sábado, 9 de enero de 2010

Los vampiros...


Un vampiro es, según el folclore de varios países, una criatura siniestra que se alimenta de sangre de seres vivos para mantenerse activo. En algunas culturas orientales y americanas aborígenes el vampiro es una deidad demoníaca o un dios menor que hace parte del panteón siniestro en sus mitologías.
En la cultura europea y occidental, así como en nuestra cultura global contemporánea, el prototipo de vampiro más popular es el de origen eslavo, y es el de un ser humano convertido después de morir en un cadáver activo o reviniente
depredador chupasangre.

Creencias sobre vampiros

Le Vampire, litografía de R. de Moraine en Les Tribunaux secrets (1864).
Diversas creencias sobre
vampiros son comunes a muchas culturas, tanto en su mitología como en su folclore, y han existido durante milenios. Culturas como la mesopotámica, judía, griega y romana incluyen dentro de sus mitologías cuentos acerca de entidades demoníacas y espíritus sedientos de sangre que se consideran precursores de los vampiros modernos.
Sin embargo, a pesar de la existencia de mitos acerca de estas criaturas en la
Antigüedad, el folclore de la entidad que hoy conocemos como «vampiro» se origina casi exclusivamente a partir de principios del siglo XVIII el sureste de Europa,[1] como las tradiciones orales de muchos grupos étnicos de la región han registrado y publicado. En la mayoría de los casos, los vampiros son seres no muertos malvados, víctimas de suicidio, o brujas, pero también puede ser creados mediante la posesión de un cadáver por un espíritu malévolo o al ser mordido por un vampiro. La creencia en tales leyendas fue tan habitual en algunas zonas que se registraron casos de histeria colectiva e incluso de ejecuciones públicas de las personas sospechosas de ser vampiros.[2]
La universalidad del mito del vampiro ha llevado a algunos autores a relacionar los elementos comunes de estas creencias con los arquetipos universales, especialmente la muerte, y es considerado uno de los elementos ancestrales constituyentes del inconsciente colectivo, en el cual confluyen diversos miedos, como a la oscuridad o la enfermedad. Desde una perspectiva psicoanalítica, el vampiro es considerado una sublimación del narcisismo y el complejo de castración, con una fuerte carga sexual.
Partiendo normalmente del centro y el este de Europa, durante los siglo XVIII y
XIX circularon libremente numerosas leyendas sobre estas criaturas mitológicas, conformando mitos tan completos y numerosos que influido definitivamente en el resto de tradiciones europeas, sobre todo gracias a la literatura gótica y los relatos de Bram Stoker y Sheridan le Fanu. Estas tradiciones siguen siendo reinterpretadas en la literatura y el cine actuales.
Otras tradiciones ajenas a la influencia europea, como las propias de
Asia, África o la América precolombina se han combinado con el vampiro europeo, haciendo difícil la distinción entre las creencias autóctonas y las derivadas del intercambio cultural. El folclore propio de poblaciones dispersas en numerosos países, como los romaníes o los judíos, que incluyen tradiciones sobre espíritus malvados similares a los vampiros, han ayudado a expandir el mito hasta conformar un conjunto firme de tradiciones al que se han dedicado muchos estudios desde las más diversas disciplinas.

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